¿Qué hay en los Ghats?
Escalones!, por todos lados, a distintas alturas, subiendo y bajando. Y también perros tiñosos, cabras que caminan de puntillas, monos chillones y belicosos, peces que a veces se dejan ver de un salto, búfalos peludos rumiando pensativos, patos tambaleantes, pájaros tomando un baño, vacas de ojos acuosos y hasta cerdos, sucios y feos, en los ghats más apartados. Y niños vendiedo postales o volando cometas, chicos jugando al cricket, intocables amasando y poniendo a secar ensaimadas de caca de vaca, sadhus de naranja con mil arrugas y un tridente en la mano, hombres y mujeres que se bañan , rezan o laban la cabeza, musulmanes con sus gorros contemplando las aguas, lavanderos dando un paliza a la ropa para dejarla inmaculada, carpinteros construyendo barcas, porteadores llevando leña para las piras funerarias, barberos rapando cabezas sin descanso, oradores aleccionando a grupos atentos, remeros ofreciendo sus servicios al grito de: boat, sir?, vendedores de cacahuetes, caca por todas partes, palacios, torres, minaretes, altares, silos de depuración, masajistas, maestros de yoga, muertos ardiendo, turistas, viajeros, coreanos, hippies, mendigos, iluminados... Y una luz como de otro mundo al amanecer o al atardecer. Y una atmósfera, única en el planeta, que se inclina hacia lo místico o hacia lo mundano a una velocidad de vértigo. Y un río de mil caras que se van desvelando según avanza el día, un río que, en temporada seca, está tan quieto y tranquilo que no parece ir a ninguna parte.
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