Ultimos días en Kolkata
Al regresar a Kolkata una de las primeras cosas que hice fue acercarme al río, era el Día de la República, fiesta nacional, y había visto muchas figuras de Saraswati aún por las calles. Así que al atardecer y tras perderme un par de veces y visitar las chabolas bajos los puentes al sur del Maidan, llegué a un Ghat muy concurrido. Estaba prececido por una amplia zona asfaltada dedicada a estación de autobuses, decenas de ellos, cargados hasta los topes, continuaban acumulando aún más aquipaje sobre sus techos. Fardos, sacos y cajas precintadas que convertían cualquier autobús en un monstruo de dos pisos. Parece que la moda es poner algún letrero luminoso en la parte delantera con el nombre de la agencia o algún mensaje que centellee o cambie de color al más puro estilo Las Vegas. Este era el lugar adecuado para recibir a los pequeños camiones descubiertos y repletos de hindús alborotados llevando a sus diosas tras los días de Puja.
Claro que aquí los Ghats no son como esn Varanasi, este, por ejemplo, tan solo era un terraplén convertido en un inimaginable vertedero embarrado. Hasta el borde iban llegando los grupos portando en volandas a sus Saraswatis, le daban varias vueltas sobre si mismas y, algo mareados, emprendían el descenso haciendo equilibrios en la resbaladiza pendiente. Al llegar abajo, hundidos en el barro hasta los tobillos, se acercaban a la orilla e intentaban hacer un hueco en las aguas sagradas y saturadas de figuras, para arrojar la propia. En ese momento lo más prudente era retirarse unos pasos, pues el posterior acto de echarse unas gotas de agua sobre las cabezas, como santiguándose, se podía convertir una salpicadura ganeral llevada a cavo por los que estaban con las aguas verdegrisaceas por las rodillas.
Días después, al volver al mismo escenario, ya de día, la visión era espeluznante. A toda la basura que ya había, se le sumaban los restos de las diosas, los armazones de madera sobre las que iban colocadas y todas las ofrendas que también habían arrojado junto a las figuras, flores, hojas de palma, cocos, oropeles, cuencos y vasijas, cajas de cartón... por no mencionar que el lugar también servía de baño público... Un hombre bien vestido llegó en ese momento con una figura de Saraswati de medio tamaño en sus brazos, debía ser algún rezagado. Pero no pasó de los primeros metros, contrató a algunos de los chiquillos pobres que viven por allí para que le llevasen la figura hasta el agua, mientras él les gritaba las instrucciones a distancia, de puntillas sobre el desastre.
Esta vez he tenido que coger un hotel un poco mejor al estar todas las guesthouses ocupadas, aunque eso de "mejor" es algo un tanto relativo, que se nota sobre todo en que te cobran una tasas a parte del precio de la habitación. Luego, las precariedades se repiten, pero a veces con la nota cómica de un quiero y no puedo. Por ejemplo han instalado un timbre en las habitaciones para avisar al "botones", pero para que estos se enteren (andan por las escaleras algo adormilados) el timbrazo suena a todo volumen por el hotel, se entera el servicio, el recepcionista y todos los clientes. Imaginaros esto a las 11 de la noche o las 6 de la mañana porque alguien quiere tomarse un café, o que le recojan el equipaje, del susto pegas un bote en la cama, en fin!, un disparate!. Y no hablemos si se va la luz, pasados unos minutos de oscuridad, arrancan un generador que tienen bajo mi ventana y, a pesar de estar en un tercero, parece que esté desfilando la primera división de tanques indios bajo mi cama.
Esta noche hay reunión de españoles en la terraza del María, parece que hay un grupo bastante grande de españoles por aquí entre viajeros y voluntarios, mañana se van tres chicas y organizan una pequeña despedida. Ya no es posible hacerlo en la terraza del Salvation Army (el más popular y barato de las guesthouses de por aquí) por que la última vez la liaron bien con cervezas y gritos, y los de la casa dijeron que eran muy religiosos y que nada de alcohol ni fiestas. Ahora creo que los españoles que no duermen allí no pueden entrar ni de visita. No, si allí donde vamos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario