3.2.07

La imágen desnuda de Dios

El rechazo del arte figurativo y de las imágenes es común en la actitud reformista de numerosas espiritualidades desde el budismo indio hasta el arte cisterciense de Bernardo de Clairvaux en el siglo XII cristiano, para quien las imágenes de monstruos en los claustros distraían la atención del monje en su único cometido contemplativo. Ananda K. Coomaraswamy, estudioso del arte indio, islámico y cristiano, recuerda que una vez llegados a la visión “cara a cara” (1 Cor 13, 12), toda iconografía se hace innecesaria, puerto que el arte es un medio y no un fin en si mismo; las imágenes son una vía para alcanzar la visión de la divinidad. [...]

El arte es imitativo no en el sentido en que lo es el naturalismo, sino porque imita a Dios creador. El artista in-forma al mundo, da forma a las ideas y, por eso, es un contemplador de las formas primordiales. Pero vida activa y vida contemplativa están unidas, porque el artista que ha visitado las regiones celestes regresa al mundo, como aquel chamán de las formas altaicas, y educa (forma) a través de las formas. El retorno de la montaña santa, siguiendo aquí un modelo simbólico muy extendido, constituye, pues, el momento estético, ya que en él se da de forma sensible a la forma inteligible.

Amadeo Vega
Zen, mística y abstracción

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es insoportablemente necesario aceptar la responsabilidad, seguir con los ojos y poros abiertos de par en par...
Y que el mundo llegue a convivir,sin juicios, con aquel/aquella que existe en permanente despertar.
Aunque moleste, escueza y abochorne al que respire a nuestro lado o duerma a mil kilómetros.
Aunque suponga una soledad e incomprensión sin fin.

Pues eso...