Como un niño con zapatos nuevos
Tengo bici nueva, y la verdad, aunque le tengo mucho cariño a la vieja, ya iba siendo hora… La antigua, una BH de carretera, me la regaló mi padre cuando terminé EBG, ¡imaginaros!, hace muuuucho tiempo. Entre medias tuve una bici bastante más vieja, de hierro, con una parrilla enorme como para cocinar una paella; y otra de montaña, nueva, que me compré y pinté para quitarle las ganas a los “manguis”, pero que a pesar de todo terminaron robándomela al cabo de un año. Y es que en Valencia las bicicletas van que vuelan, no por la velocidad, sino por la voracidad de los amigos de lo ajeno.
De la BH original realmente solo queda el cuadro, se le ha ido cambiando todo, la cadena dos veces, las ruedas otras dos, el sillín una vez, el manillar una, los frenos otra, los pedales otra también, las cubiertas tres veces por lo menos, y las cámaras he perdido la cuenta…
Pero aún así me apetecía comprarme una nueva y aunque no es tan bonita como las clásicas de paseo, le he quitado las pegatinas, le he cambiado el manillar y ya no es tan feota como al principio. Y desde luego es extremadamente cómoda, es un placer ir sobre ella… Es una Conor, tipo híbrida, pensada especialmente para ciudad, sencilla, sin amortiguadores ni cosas raras, aunque el cuadro es excesivamente gordote. Ahora veremos cuanto tiempo me dura… Conservaré la otra para salidas nocturnas y largas estancias atada sin vigilancia.
Esto de la bici al principio era un necesidad, sencillamente era el medio de transporte más económico. Con los años se ha convertido en un “forma de vida”, y aunque esto suene pomposo y exagerado, algo hay de cierto en ello. A nivel estrictamente personal, el coche me estresa una barbaridad, se pierde un montón de tiempo aparcándolo, es grande, hace ruido y huele mal. Con la bici el aire te da en la cara, puedes detenerte en cualquier lado para saludar a un amigo y de paso que te trasladas haces un poco de ejercicio. Realmente supone un placer ir en bici.
A un nivel más general, si se extendiese la costumbre de ir en bici, supondría una verdadera revolución. Ahora que tanto se habla de la contaminación, las energías renovables, el calentamiento global y demás, ahora que pedimos a nuestros gobiernos políticas de contención energética y control de emisión de gases, tenemos en nuestras manos pequeñas decisiones personales que si se generalizasen supondrían una auténtica revolución. Hay muchas cosas que podemos hacer: reciclar basura, cerrar los grifos, bajar la calefacción o el aire acondicionado… ir en bici es otra de estas cosas y tal vez de las que podrían tener más repercusión, aunque claro está, también es de las más complicadas, es difícil coger la bici cuando hace frío, o llueve, o hay que ir lejos, o hay que llevar cosas, o no tenemos dónde dejarla, o nos asusta el tráfico… Todo esto es cierto... y aún así no cambiaría mi bicicleta por nada del mundo, porque los inconvenientes del coche son aún mayores, y cuando no hay más remedio se usa, pero mientras tanto se va en bici.
Valencia es la ciudad ideal para la bicicleta, llana, con buena temperatura, con sol la mayor parte del año… y un tráfico de locos!!! ¿Pero dónde van todos con sus máquinas infernales? ¡La mayoría a la vuelta de la esquina! Últimamente, y poco a poco, se van viendo más bicis; esta es la manera de transformar la ciudad, cuanta más bicis, más sensibilización hacia ellas, y más gente piensa en ellas como un alternativa de transporte y forma de ver las cosas.
3 comentarios:
sii, sii, y siii!!! yo no tengo ni el carnet de conducir!! bici y pies, me llevaron por el mundo.. mil besos
Un post precioso, pero recuerda Juan, en la bici con las manos en el manillar y los deditos a tiro del freno, a veces a uno se le corta la respiración cuando te ve yendo a toda velocidad por una gran avenida, de noche, sin luces y "sin manos".
Un beso.
preciosa la bici hermano!! Ya te iba haciendo falta, que la otra parecía que salida directamente del rodaje de Mad Max. Que la disfrutes!
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