Inauguramos la expo
Después de varios días de duro montaje, luchando contra viento y marea, es decir, casi sin material, ayudados por voluntarios solícitos pero inexpertos, con cortes de luz por la noche y un sin fin de problemas... conseguimos inaugurar la exposición con éxito. Poco antes vino un calígrafo chino ex profeso para pintarnos el título de la exposición en la pared de la entrada. Todo un personaje que se tomaba muy en serio todo el ritual que acompaña a su caligrafía, untando el pincel con cuidado, gesticulando vigorosamente al pintar y moviéndose adelante y atrás para observar el resultado con gestos de aprobación y concentración.
Durante inauguración no faltaron fotógrafos, periodistas, criticos y toda la parafernalia, que aquí en China siempre es más que en cualquier otro sitio. Lo de la fotos ya se ha convertido en algo habitual, allí donde vayas aparece algún chino que se pone a hacerte fotos o que te pregunta si se puede hacer una foto contigo, muchas veces esto provoca un efecto dominó, empiezas con uno y luego viene su hermana o su primo y luego otro que pasaba por allí y cuando ya te intentas escapar, alguien te sigue unos metros disparado algunas fotos más.
Antes de ayer salimos de la vieja ciudad amurallada por primera vez desde que llegamos, (llevamos aquí nueve días pero parece casi un mes) y fue un shock. El interior, con sus callejuelas, viejas casas de ladrillo y un uniforme color tierra que parece cubrirlo todo, es un submundo aislado por la muralla, al traspasarla te encuentras con la China moderna (bueno, más o menos moderna, esta es una ciudad pequeñita...) con el trafico, amplias avenidas, ruido de camiones, grandes almacenes... y te das cuenta hasta que punto estamos en una burbuja allí dentro, una ciudad fundada en el siglo XIV.
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