El milagro de las llaves
Esta es la última historia de "mis milagros" y la que da nombre a la serie, porque si en las otras ocasiones se podía explicar lo sucedido de una u otra forma, en esta ocasión resulta algo más difícil.
Sucedió hace ya bastantes años, cuando aún vivía en Alicante, era verano y cogí el coche para ir a la playa de San Juan. Pasé el día tomando el sol y bañándome, al atardecer recogí las cosas y crucé la playa hasta llegar al coche. Pero al disponerme a abrir la puerta, no encontré las llaves por ninguna parte. No solo no podía entrar en el coche para volver a Alicante, si no que tampoco podía entrar en casa pues también había perdido esas llaves. Encima era fin de semana y toda la familia estaba fuera en uno u otro lado, no tenía dinero, ni teléfono... ni coche, ni casa...
La cosa estaba complicada. Pensé que lo primero era intentar encontrar las llaves, volví por donde había venido y calculé más o menos dónde había colocado la toalla. Quien conozca la playa de San Juan sabrá que es bastante ancha y larguísima, casi tres kilómetros de arena. Me puse a recorrer la zona, pero mientras tanto iba pensando como las podría haber perdido. Caí en la cuenta de que mi bañador tenía bolsillos, juraría que metí las llaves dentro... y lo más probable es que no se saliesen en la playa, si no que me fui a bañar con ellas y se me cayeron en el mar... ¡si! estaba casi seguro de que así habría sucedido. Caminé hasta la orilla, un mar inmenso y azul rompía en olas a mis pies. Aquello era inabarcable.
Necesitaba alguna ayuda, por lo menos unas gafas de bucear. Cerca me encontré a unos socorristas que tenían unas gafas pequeñas, de esas de piscina que cubren solo los ojos, mejor eso que nada. Me acerqué y se las pedí para buscar las llaves que había perdido en el mar. Me miraron con cara rara, supongo que pensarían que les estaba tomando el pelo, pero me las dejaron entre sonrisas. Calculé más o menos por donde había entrado, hacía tal vez un par de horas y, tras dar unos pasos mar adentro, me sumergí. No se veía nada de nada, el mar estaba revuelto y las olas removían el fondo llenándolo todo de arena. Me incorporé y miré a mi alrededor, el agitado mar me rodeaba y se extendía hasta el infinito, las olas no cesaban, no tenía el menor punto de referencia... ¡aquello era un disparate! Pero tampoco podía hacer otra cosa, al menos intentaría buscarlas mientras hubiese luz. Tomé aire y me sumergí por segunda vez, todo estaba turbio por la arena en suspensión, avancé un poco y pareció clarear por una zona, ¡vaya! ahí conseguía ver el fondo, me impulsé y en ese momento vi algo que brillaba un poco más allá, ¿qué era eso?, estaba semienterrado, extendí la mano sin poder creer lo que estaba sucediendo. Mis dedos se cerraron en torno a aquello y salí a la superficie mirando atónito mi hallazgo, había encontrado las llaves.
Salí del mar exultante, les devolví las gafas a unos socorristas que no se que pensarían y me fui al coche. No solo había encontrado las llaves en el mar, si no que lo había hecho en menos de cinco minutos.
1 comentario:
nos encantan las cronicas de los milagros
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