21 días entre volcanes
21 días entre volcanes, rodeado de mar, inundado de sol, ojos saturados del azul del océano, del negro de una tierra de fuego. Hace poco esto era un cataclismo volcánico con decenas de bocas escupiendo lava, fuego y un sinfín de maldiciones, luego todo se detuvo y la roca líquida se congeló y ahora podemos caminar sobre los restos crujientes del desastre. Parece que sucedió ayer, hay zonas donde nada se ha tocado y la tierra está rota, resquebrajada con cicatrices oscuras, cubierta de enormes rocas que parecen los restos de un helado en verano. He conocido todos los tonos de negro posibles, oscuros, brillantes, apagados… suelo negro, arena negra, montañas negras, rocas negras. Campos de magma negro salpicados de extraños líquenes verdes o blancuzcos que cubren miméticamente un imposible paisaje extraterrestre.
Cuando das la espalda al caos volcánico te encuentras
mirando un azul que hiere, un mar infinito hirviente de espumas. El sonido del
mar no tiene fin, por la noche, cuando no lo ves, lo sigues oyendo. El olor me
satura, la sal blanquea mi piel y me enrojece los ojos, las casas en primera
línea de playa se desmoronan carcomidas por el viento y el salitre. En la
orilla, las gaviotas chillan peleando por restos de comida mientras, más
adentro, mecidos por las olas, meditan los surfistas como pequeños budas
acuáticos sobre sus tablas, observando atentamente la respiración del mar.
1 comentario:
Puro arte y naturaleza al 100%
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