Cap XCIII - El náufrago
Así que la locura del hombre es la cordura del cielo y, alejándose de toda razón mortal, llega el hombre al fin a ese pensamiento celestial que, para la razón, es absurdo y frenético; y entonces, tanto en la buena como en la mala fortuna, se siente sin ataduras, indiferente, como lo es Dios.
Herman Melville
(Moby Dick)
(Moby Dick)
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